jueves, 12 de marzo de 2009

Pablo Neruda

POEMA 1
AMOR
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte la leche de los senos como de un manantial, por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal. Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-. Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte más. Y todavía amarte más y más.
POEMA 2
Poema 16
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube y tu color y forma son como yo los quiero. Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces, y viven en tu vida mis infinitos sueños. La lámpara de mi alma te sonrosa los pies, el agrio vino mío es más dulce en tus labios: oh segadora de mi canción de atardecer, cómo te sienten mía mis sueños solitarios! Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda. Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo estanca como el agua tu mirada nocturna. En la red de mi música estás presa, amor mío, y mis redes de música son anchas como el cielo. Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto. En tus ojos de luto comienza el país del sueño.
POEMA 3
Poema 19
Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas, el que cuaja los trigos, el que tuerce las algas, hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos y tu boca que tiene la sonrisa del agua. Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras de la negra melena, cuando estiras los brazos. Tú juegas con el sol como con un estero y él te deja en los ojos dos oscuros remansos. Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca. Todo de ti me aleja, como del mediodía. Eres la delirante juventud de la abeja, la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga. Mi corazón sombrío te busca, sin embargo, y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada. Mariposa morena dulce y definitiva como el trigal y el sol, la amapola y el agua.

POEMA 4
Ya se fue la ciudad
Cómo marcha el reloj sin darse prisacon tal seguridad que se come los años:los días son pequeñas y pasajeras uvas,los meses se destiñen descolgados del tiempo.Se va, se va el minuto hacia atrás, disparadopor la más inmutable artilleríay de pronto nos queda sólo un año para irnos,un mes, un día, y llega la muerte al calendario.Nadie pudo parar el agua que huye,no se detuvo con amor ni pensamiento,siguió, siguió corriendo entre el sol y los sseres,y nos mató su estrofa pasajera.Hasta que al fin caemos en el tiempo, tendidos,y nos lleva, y ya nos fuimos, muertos,arrastrados sin ser, hasta no ser ni sombra,ni polvo, ni palabra, y allí se queda todoy en la ciudad en donde no viviremos másse quedaron vacíos los trajes y el orgullo.
POEMA 5
Ángela adónica
Hoy me he tendido junto a una joven puracomo a la orilla de un océano blanco,como en el centro de una ardiente estrellade lento espacio.De su mirada largamente verdela luz caía como un agua seca,en transparentes y profundos círculosde fresca fuerza.Su pecho como un fuego de dos llamasardía en dos regiones levantado,y en doble río llegaba a sus pies,grandes y claros.Un clima de oro maduraba apenaslas diurnas longitudes de su cuerpollenándolo de frutas extendidasy oculto fuego.

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